Soy, desde siempre, un ser con una curiosidad extrema.

Debo decir que cualquier cosa que llega a mis manos me interpela y activa inmediatamente mi curiosidad. Esa curiosidad me ha llevado a lo largo de mi vida a obsesionarme con una cantidad infinita de cosas, pero he descubierto que algunas de esas cosas están arraigadas a mi memoria, y son permanentemente recurrentes. 

Ese descubrimiento sobre mis pensamientos recurrentes me hizo comprender que la base de mi obra estaba ahí, soy lo que creo. En un verdadero juego de palabras, mi ser se materializa en torno a mi credo, en su sentido más estricto, y se consolida en el hecho demiúrgico. Creo en base a lo que creo. 

 

En ese sentido mi obra se ha centrado principalmente en tres aspectos anafóricos transversales a mi vida personal y profesional. He explorado la abstracción geométrica mediante la implementación de reglas generativas, construyendo topografías donde los protagonistas son la geometría y el color y pongo en evidencia la representación abstracta de la realidad como forma universal de lenguaje, aspectos claramente heredados de mi formación como arquitecto. Mediante mi obra interpelo la memoria cultural colectiva, su fragilidad, las ausencias, las permanencias y las resignificaciones del patrimonio arquitectónico como condensación de esa memoria.

Finalmente, en mi obra actual, indago en mi historia personal vinculando recuerdos de la niñez, mi formación en una escuela católica, el bullying, la orientación sexual, el género, el cuerpo masculino y la cultura queer, como catalizadores y tomo prestados elementos iconográficos clásicos dotando a las representaciones de un nuevo significado personal y universal a la vez.

 

​​En el proceso de creación, la materialidad de mis obras no se ha visto exenta de mi curiosidad. Soy autodidacta, investigo, aprendo, me equivoco. Si bien la mayoría de mi obra utiliza como técnica la pintura (óleo, acrílico, gouache y acuarela), me valgo de otras técnicas que me son igual de queridas, la fotografía, el bordado y la cerámica. 

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Estoy convencido que la obra de arte se construye entre el artista y el observador. Y si bien mi obra lleva implícita un significado, el hecho artístico se completa con quien la observa, la interpreta y la resignifica. Creando así un sinfín de posibilidades. 

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